71 becarios que nos cambiaron la vida

    71 becarios que nos cambiaron la vida

    Qué importante poder contar buenas historias. Más importante aprender de ellas y replicarlas. Espero dejar en quien lea esto, al menos la inquietud de que las cosas pueden ser distintas.

    Hace tres años llegaron a nuestra empresa de producción de autopartes —a nuestra vida— 16 pasantes de ingenieros buscando ser becarios por tres a seis meses, todos egresados la Universidad Tecnológica de la Costa Grande de Guerrero.

    En Petatlán, un pueblo entre Acapulco y Zihuatanejo se vale soñar. Alguien pensó que era buena idea poner (muy bien puesta) una escuela de Ingeniería. Buenos maestros producen graduados capaces de visión, ambición, estructura, trabajo duro y disciplina, incitados —eso sí— por muchísima hambre de éxito y crecimiento.

    Cuando llegaron, decidimos crear un programa de becarios foráneos en el que recibieran algo más que un salario. Rentamos tres departamentos, compramos sábanas, toallas, vajilla; lo que les dejara vivir bien, en un lugar cómodo para poder enfocarse en aprender y trabajar. Que la sobrevivencia digna, a veces mejor que en casa, fuera parte de su experiencia de pasantía (1). Al final de esta todos tienen opción a incorporarse a la planta laboral, con mejor sueldo y más responsabilidades, formalizando nuestra colaboración mutua con un contrato por dos años.

    Cuando empezamos, nos motivaba la emoción de tener sangre nueva, chavos que solo querían aprender. Estos becarios tienen un arrojo diferente al de otros en los últimos 15 años. Estos ingenieros se sorprendieron con la planta, las máquinas y los procesos que aquí vieron; pero los más sorprendidos fuimos nosotros con su preparación y capacidad para aprender tecnologías y aplicarlas de inmediato en el trabajo. En menos de seis meses, con esas herramientas nos presentaron soluciones y proyectos de mejora prácticos y realistas.

    Me ilusiona pensar que esto es replicable.

    Hay hambre de saber y hacer más. La juventud es (o debería ser) sinónimo de entusiasmo, emoción, curiosidad e interés. Hoy parece que los jóvenes tienen un desacelerador alimentado por la complacencia del sistema. Nada es urgente y parecería que se vive en modo chill. Pero nuestros 16 —que después fueron 32, 43 y ahora 71— ingenieros son hiperactivos, hiperinteresados e insaciables en su aprendizaje y proyección.

    Quizás lo extraordinario y trascendente es la combinación ganadora de la estabilidad y certeza que da tener casa, comida y un entorno de cuidado y respeto, con el potencial que ellos traen dentro. Pareciera que llegar a un lugar seguro, tener un sueldo justo, y conocer su plan de carrera, detona lo que podría haberse quedado latente en otro entorno, se hubiera ido ahí a ese inmundo sitio donde se va todo el potencial desperdiciado.

    De no haber venido, estos ingenieros probablemente serían mecánicos en alguna concesionaria automotriz en Zihuatanejo, subexplotando su potencial. Nosotros solo agregamos algunos elementos básicos, esos que Maslow pone en la base de la pirámide, pero sin los cuales es imposible desarrollarse.

    Hay hambre de hacer y saber más.

     

    Emociona pensar que ayudamos a desarrollar al ingeniero que se formó en los salones en Petatlán, que esa escuela en la carretera a Zihuatanejo, cuya alianza con una fábrica en Azcapotzalco era impensable, pudo generar ingenieros que hoy son “pirateados” por otras empresas que los ven como los gerentes y líderes de hoy, no de mañana.

    Me ilusiona pensar que esto es replicable, y que otras universidades que estén haciendo las cosas bien pueden unirse con empresas y cambiarle la vida a 71, o a 71 mil jóvenes que lo único que necesitan es una base suficientemente firme para permitir despegar de ella.

    Esto no es una beca en un sentido tradicional, esto no es salvar ninis del marasmo. Aquí ganamos todos, como debe ser en las economías de mercado. Un techo y un sueldo les dicen que ya son ingenieros, y que ahora les toca trabajar y aprender. A la empresa le permite contar con empleados chambeadores y con ímpetu, y así tener herramientas para crecer más rápido y generar más y mejor empleo.

    Nunca pensamos que el programa crecería y mucho menos que algunos de ellos se convertirían en piezas clave de la operación, pero surgen constantemente nuevos gerentes de área, supervisores de equipos, y líderes de proyecto Su ambición es enorme y ellos no van a parar.

    Ejemplos sobran. Uriel llegó a tocar la puerta en la primera generación, hoy es jefe de taller y pronto se irá a capacitar a Estados Unidos y Alemania. Desde siempre dijo que él quiere ser Director General, algún día lo será.

    Al ofrecerles respeto y oportunidad, estamos formando a los líderes que tanta falta hacen hoy, a esos que no se conformarán con un país de segunda mañana.

    No todos los que llegan se quedan, tampoco todos destacan, pero todos nos han dado lecciones que merecen replicarse, todos nos dejan queriendo que vengan más, que esta marea de ingenieros crezca y que esa escuela cerca de Ixtapa tenga más y más historias de éxito.

    Seguiremos buscando más escuelas extraordinarias, apoyando el talento y ellos a nosotros. Nos da mucho orgullo ser protagonistas mejorando la vida de sus familias. Ojalá sus padres estén tan orgullosos de sus hijos como nosotros.

    Ojalá esta historia anime a empresarios grandes y chicos a invertir en mejorar la vida de nuestros jóvenes. Al ofrecerles respeto y oportunidad, estamos formando a los líderes que tanta falta hacen hoy, a esos que no se conformarán con un país de segunda mañana.

    1. El paquete consiste en pago de renta de un departamento que equipamos, cercano a la planta, y el sueldo de pasante por seis meses.

    Leave a Reply

    Your email address will not be published. Required fields are marked *